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Se abre el telón: una aproximación a la vida del teatro en Uruapan

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Los antecedentes históricos del teatro en Uruapan, se sitúan en la época de la República Restaurada, justamente cuando refiere don Eduardo Ruiz que debido a una severa tormenta ocurrida en Tingambato, la compañía teatral que venía procedente de Morelia había cancelado su presentación en esta población, por lo que le tocó redactar una obra, “El Despertar de un pueblo”, situada en Uruapan, y que trata del levantamiento de Independencia, pieza inaugurada alrededor de 1872.

    En este sentido, el Teatro Juárez es el escenario más transcendental en la historia de las artes escénicas de Uruapan, y aunque no sabemos con precisión la fecha en que fue abierto, existe la posibilidad de que lo construyeron alrededor de la década de los años ochenta del siglo XIX.

Una noticia publicada en el semanario «La Libertad», del 22 de abril de 1893, informa que «los asistentes al Juárez, sito en la calle de La Paz (Hoy Morelos), se quejan, según un periódico local, del completo desaseo del edificio y de lo inútil de los asientos del patio. Funciona una compañía dramática. Algo es algo, mientras que en Morelia ni títeres”.

Existen datos fidedignos sobre las primeras obras teatrales que hubo en Uruapan y las que posiblemente estén relacionadas con el Teatro Juárez; así, hay dos programas que atestiguan la realización de funciones realizadas unos años antes de 1893.

Gracias a los impresos mencionados en el libro monográfico de Uruapan, de Francisco Miranda, nos enteramos que el 27 de diciembre de 1878, con el fin de reunir fondos para la realización de obras públicas que beneficiarán el aspecto urbano del pueblo, se presentó la bonita escenificación de una pastorela, obra del poeta regional Gabino Ortiz, donde participaron vecinos de la población.

Sobre el costo de entrada el impreso señala que en los asientos de patios y plateas se cobró dos reales, en palcos un peso y en las galerías cincuenta centavos.

El impreso del año siguiente (1879) manifiesta sobre la presentación de la zarzuela titulada «La Gallina Ciega». Para ese diciembre, los nuevos precios fueron de 31 reales para patios y plateas, 18 reales para palcos y 12 centavos en galerías.

La primera noticia destacada que se tiene del Juárez fue dentro del programa cívico efectuado el día 21 de octubre de 1893, con motivo de la solemne inauguración del monumento a los «Mártires de Uruapan».

Por otro lado, el Lic. Eugenio Acha, conocido hacendado y político que llegara a ser diputado local, fue quien mandó construir el teatro. Se estableció en lo que ahora es la esquina que hacen las calles de Francisco I. Madero y 20 de Noviembre, a unos pasos de la salida de un estacionamiento, muy cerca de la plaza «Mártires de Uruapan».

La medida del recinto fue de 38 x 40 metros cuadrados aproximadamente, siendo más amplio por la calle de Madero.

La edificación del coliseo fue muy sencilla, pues no se utilizó material caro, mucho menos ostentoso. Los muros de adobe preservaban la tradición y característica de las casas del vergel michoacano.

El material de construcción usado para levantar su interior fue en totalidad de la mejor madera de la región.

El acceso principal a la sala, por medio de dos portones, era por Madero, aunque había otra entrada por el costado de 20 de Noviembre.

El Juárez disponía de buen aforo. Su edificación arquitectónica, capacidad y estructura estuvo inspirada en el teatro “Melchor Ocampo» de Morelia.

Fue edificado en tres pisos con sus respectivas localidades, describiendo una herradura perfecta, creando la bonita silueta teatral admirada por los espectadores. Desde su mayor altura hasta el tablado del lunetario, obedecía las leyes estéticas, acústicas y visuales.

En resumen, el aforo del coliseo fue estratégicamente dividido en cinco localidades: Luneta General, Plateas, Palcos Primeros, Palcos Segundos y la Galería o Gayola como también solía decirle el populacho.

La longitud del escenario era suficiente, se trataba de un rectángulo que medía 20 x 15 metros aproximadamente, habiéndose colocado hacía el Norte del coliseo, y detrás de éste, estaban las famosas bambalinas.

Hacia el Norte, y por la parte posterior del escenario de madera, estaba un patiecillo que dirigía a los camerinos individuales y utilerías, donde los artistas de compañías teatrales se vestían a fin de preparar los personales correspondientes. Eran entre cuatro y seis camerinos, sencillos pero prácticos.

La sección para la orquesta musical o el solista, se localizaba hacia el nivel inferior de la luneta, por la parte baja del proscenio, tanto para obtener la mejor acústica como para ahorrar espacio.

La vida del Juárez representó el ambiente cultural, espectacular y social del Uruapan de varias décadas. Desde finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo pasado.

En el Juárez hubo de todo: Representaciones teatrales, veladas literarias, óperas, operetas, zarzuelas, juguetes cómicos; presentación del circo, juegos de azar, sala cinematográfica, lucha, box y hasta lugar para actos cívicos y uso como casilla para votar poco antes de que dejara de funcionar, por 1950. Ya que como sabemos, fue destruido y en su lugar se construyeron cuatro viviendas particulares.

En la última década del siglo XIX, el coliseo uruapense ya se había convertido en el lugar predilecto del público del Cupatitzio. Al entablado llegaron y debutaron buenas compañías teatrales que exhibían obras del género chico, zarzuelas, dramas, comedias, melodramas, etc.

Fue toda una experiencia para los asistentes disfrutar las actuaciones artísticas de esa época, a quienes seguramente se les podía ver la alegría y risas placenteras al admirar el elenco artístico.

Basta decir que desde que se abría el telón, los artistas cosecharon aplausos continuos, dejando la ovación general, para un final excitante. De esta forma, la sala uruapense fue siempre refugio de los peregrinos del arte.  

Con toda seguridad que desde 1893 y hasta los años 30´s de siglo pasado, el teatro sería el principal escenario para el fomento escénico en esta región.

Por ejemplo, en septiembre de 1910, previo al levantamiento revolucionario, el recinto se dispuso para el gran festejo de las «Fiestas del Centenario», donde se incluyó con gran éxito la presentación de la zarzuela «Gigantes y Cabezudos», una de las piezas más conocidas de las joyas de teatro lírico español.

El lugar cerró sus puestas durante el periodo revolucionario.

De 1920 en adelante, aparte de ser sala cinematográfica, se puede presumir que al entablado del vergel michoacano lo pisaron las grandes tiples mexicanas, como Delia Magaña, Lupe Vélez, Amada Morales y Lupe Rivas Cacho. No dejando atrás a María Conesa, la “Gatita Blanca”, una actriz, tiple y cómica que fuera el singular atractivo del público masculino.

Y qué decir de la vez que llegó a estas tierras Celia Montalban, la que con su intervención en «La Enemiga», «La Mujer X» y «La Malquerida», impactó a los asistentes. Principalmente cuando empezó a cantar: “(…) Hay, Hay, hay, Hay, Mi Querido Capitán (…)”.  De inmediato, el público durante unos minutos se le levantó aplaudiendo la excelente interpretación de la artista, quien agradecida les respondió entregando su talento durante toda la función.

Otras de las tiples y cómicas que vinieron al Teatro «Juárez» fueron: Emma Padilla, Dubarry de Petate, Mimí Derba, María Canela, Esperanza Iris, Celia Padilla, María Aro, Josefina Noriega, en fin.

La “Compañía de los Hermanos Soler”, hizo temporada en 1938. Fueron varias obras con las que los Soler: Fernando, Domingo y Julián; se ganaron el corazón del público local. De estas se recuerda, «El Padre Pitillo», «Collar de Estrellas» y «La Mala Dama».

En dicha temporada que durara más de una semana, los acompañaron otros actores, mismos que luego triunfaran en el cine de oro mexicano, como fue Julieta Palavicinni.

Acto seguido, al escenario llegaron a presentarse excelentes comediantes y pioneros de la carpa nacional. Muchos uruapenses se deleitaron cuando Leopoldo «El Cuatezón» Beristaín trajo su compañía de teatro; lo mismo pasó con Roberto «el Panzón» Soto y Manuel Medel.

Vale la pena mencionar de manera especial la visita por esos años de la gran actriz mexicana Virginia Fábregas, quien acompañada de su compañía de teatro, y en ocasiones de su nieto, Manuel Sánchez Navarro, mejor conocido como Manolo Fábregas; efectuó una de las mejores temporadas jamás vistas en el coliseo michoacano.

Aprovecho para mencionar un suceso artístico muy significativo para los anales de la historia de la danza en Uruapan, presentado en el escenario del paraíso. Se trata de la visita de la gran bailarina rusa Anna Pavlova, la mejor en su género durante el siglo XX. Decir que gracias a las gestiones de los empresarios de entonces, en 1925 la Plavova y sus bailarines pisaron el añorado teatro Juárez, logrando el lleno absoluto. Dichosos aquellos uruapenses que admiraron la figura de la Pavlova bailando de puntitas, cuando intervino en la pieza musical “El Jarabe Tapatío”. Pero la cosecha de aplausos la tuvo cuando presentó en el escenario con su creación artística “La Muerte del Cisne”.

La historia del teatro en Uruapan continuó su vida abriendo caminos por diferentes escenarios sitiados en distintas partes de la población, algunos muy modestos y otros de mejor calidad.  

Hubo otros tablados que bien merecen citarse:  

El Teatro “Ocampo”, una carpa de buena construcción; situado frente al Telégrafo del Estado, hoy avenida Ocampo. En esa sala de madera, la noche del 13 de agosto de 1928 Manuel L. Aguilúz presenta la obra cómica “Uruapan de Mis amores”. Reista Local de Gran Vacilada. Donde participó la Compañía de Zarzuela de Aficionados de Uruapan. Duró una década funcionando.

Igualmente, el Teatro Cine “Obrero”. Funcionó entre los años 20´s y 30´s del siglo pasado. Estaba frente a la Fábrica de Hilados y Tejidos “La Providencia”. Contaba con Luneta y gradas. En este espacio, el 13 de mayo de 1926 la compañía cómico lírica dramática de Joaquín Navarro, presentó la obra de Jacinto de Benavente, “El Nido Ajeno”. Donde participó la joven uruapense conocida como “La Bella Julita”, quien cerró la velada teatral cantando sus atractivos couplets.

Estaba el Teatro Cine Carpa “Regis” y el Teatro Cine Carpa “Progreso”. Que operaron más de una décadas y se instalaban, a unos pasos de la entrada de la Biblioteca Justo Sierra, en donde ahora se encuentra la Plazuela José María Izazaga, mejor conocida como Plazuela de la Ranita.

Un plantel que promovió por muchos años las artes escénicas fue la Escuela Primaria Estatal Vasco de Quiroga, el Teatro de la Vasco ya funcionaba en 1940 y durante años se utilizó para distintas presentaciones.

También hizo historia a mediados del siglo XX, el denominado Teatro Experimental “Urani”, que llegara a dirigir don Luis Moreno, y en que participaran Rodolfo Paz, Alfredo Ruiz Pérez, Gela Valencia, Teresa Chávez, Bertha Espinosa, Lupita Vizcaíno, entre otros.   

Otro más fue el teatro “Tayilla”. Así, en forma esporádica, en la plazuela de la Trinidad o Bonifacio Moreno también la aprovechaban como escenario para las modestas compañías de carpas de teatro que hacían temporada en Uruapan, como el inolvidable Teatro “Tayita” del señor Padilla que hacía giras por todo el país. El “Tayita” como teatro móvil se ubicaba en distintos lugares dónde podía conseguir permiso; por ejemplo, en la explanada del Monumento a Juárez y cerca de los terrenos de la Prepa Eduardo Ruiz.

De la misma forma el teatro “De Cámara”. Localizado en la esquina de Aldama y Reforma (donde estuvo la capilla del Barrio de la Santísima Trinidad). Una vez edificado el jardín de niños Miguel Hidalgo, en lo que fuera la plazuela y capilla de la Trinidad, el grupo local Sociedad Amigos del Teatro (SAT) que dirigía en maestro Jesús Zaragoza Pulido, solicitando permiso a la directora del Miguel Hidalgo, ocuparon un pequeño salón para presentar sus obras teatrales en el llamado “Teatro de Cámara” de la SAT que nació en 1962.

Entre sus presentaciones destacó la del 13 de noviembre de 1966, en la semana cultural del “Homenaje a la Revolución”,  donde se presentara el reconocido actor mexicano Carlos Ancira, en el monólogo “El Loco”.

Dirigidos por Zaragoza Pulido, dentro de la SAT llegaron a incursionar en las manifestaciones actorales: Elena Román, Tere Méndez, Martha Tafolla, Aurora Mejía, Lucy Tafolla, Eva Heredia María Elena Barajas, Jesús Zaragoza Pulido, Jaime Aguirre, Rafael Salmerón, Manuel Herrera, Ramón Antonio Raya, Fernando Mendoza, a sus 15 años de vida, en 1977, ya había montado 40 obras teatrales. Para entonces, entre en vigor otra sala que se hizo popular como fue la del teatro de “Guardas Forestales”.  

En décadas recientes surgen nuevos escenarios, incluyendo los cines Uruapan y Américas, también nacen interesantes compañías de teatro y talleres, así como otros tablados habilitados en casonas o en los planteles escolares.

Para concluir, es justo reconocer que a la fecha no se ha llenado el hueco que dejó el gran dramaturgo, guía, maestro, productor y promotor del arte escénico: Jesús Zaragoza Pulido, a quien le dedico este espacio, como un sencillo reconocimiento a su pasión por el teatro, por haber dejado una escuela y los antecedentes más fructíferos en la historia moderna del teatro, al igual que otro gran maestro.  

Texto, Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad.

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