Entrevistas y Colaboradores

AVÁNDARO: «Tenemos el Poder».

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Cada año en esta fecha (11 de septiembre), se abre nuevamente la memoria colectiva. Se abre la memoria histórica. Se abre la herida inferida al Rock Mexicano que sonó esa noche en Valle de Bravo. Ese rock que le han dicho a nuestros hijos que no existe, que no cuenta, porque no era «en tu idioma». Se destapan nuevamente las anécdotas, las crónicas, las leyendas…las mentiras que no cesan a 46 años de distancia. Hoy en día es muy difícil de verdad que las generaciones actuales entiendan y asimilen lo que significó ese festival en su momento, con todo lo bueno y todo lo malo que arrojó.

 

El balance histórico es injusto por manipulado, tanto por sus detractores como por sus propios protagonistas que aún quieren llevar agua a su molino. Episodio de un México siempre rezagado en términos socio políticos y culturales porque así lo quieren quienes deciden por nosotros sin consultarnos. El Festival de Rock y Ruedas en Avándaro es la muestra fehaciente de que hasta los mastines del poder se apendejan y dejaron pasar una «tocada» que se les salió de las manos y en el momento de suceder tuvieron que recomponer la figura en la caída para culpar a quien se pudiera por salvar su posición sin importar a cuánta gente se llevaran entre las patas. Y se llevaron a toda una generación.

 

Porque después de sus crímenes del 2 de octubre de 1968 y del Jueves de Corpus de 1971, lo que menos se esperaban era que la juventud de esa época se organizara no para pedirles cuentas (que las debían), sino para desahogarse en multitudinaria catarsis a través de la mejor expresión que ha tenido la juventud en el mundo: el rock. La cantidad de gente reunida en esa ocasión era directamente proporcional a la magnitud de su falta. Y tan conscientes estuvieron de ello que se espantaron y reaccionaron como siempre; reprimiendo la evolución del pueblo, para que no los tumbaran del poder. Muy hábilmente se valieron de la inercia del impacto mediático que significó la reunión de más de 300 mil jóvenes para inmolarlos históricamente.

 

En vez de masacrarlos a balazos (que bien pudieron hacerlo), los han estado destruyendo paulatinamente por 46 años continuos, negándoles oportunidades sexenio tras sexenio y cargándoles la cuenta de sus latrocinios. Es más devastador así, que vivan en un país que jamás se levantará gracias a ellos. Lo que iniciaron en Tlatelolco lo culminaron en Avándaro crucificando a quienes estuvieron ahí y también a los que no estuvieron pero que pertenecen a esa tribu. Lo peor de todo son quienes se tragaron la carnada del chavo banda creado a partir de ese momento y que dos generaciones después se consideran a sí mismos como el prototipo de lo que debe ser un rockero en México.

 

El Festival de Avándaro fue un evento único en la historia de México y solamente los que estuvimos ahí, en la tarima, en la sierra, en el club de golf, en la carretera, en el lodo, en la lluvia, bajo el sol, con hambre, con frío, con alegría, con libertad, solamente nosotros supimos lo que fue sentir por un momento que realmente «Tenemos el Poder». Víctor Moreno, músico.

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