Entrevistas y Colaboradores

Un día, un año 2017

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La tierra gira sobre su propio eje y en esa rotación, al tiempo que tarda en dar la vuelta alrededor de su propio eje se la llama “DIA”. El tiempo que tarda la Tierra en regresar al punto de inicio y completar la vuelta al sol se le conoce como AÑO. El año tiene sus 4 estaciones climáticas y el hombre ha dividido el año en 12 meses. En ese contexto, el año inicia y termina en invierno. Esos 365 días de un año, y a veces 366 en los bisiestos, nosotros también los recorremos con el año y es nuestro ciclo anual, que empieza con frío y termina con frío. Pero con un gran calor humano. El trayecto o carrera del año lo arrancamos el primer día y a la meta llegamos el último del año. A la carrera vamos todos, y la velocidad se la damos de forma individual. El propósito es llegar a la meta. Esta carrera la iniciamos con Actitud y Buena Voluntad, proyectos grandes y chicos, metas por alcanzar, nunca dejamos de desear que sea mejor que la que acaba de concluir o, mejor dicho, que tengamos un mejor año, que nos traiga la alegría de contar con lo que carecimos en el anterior y la esperanza de que las cosas malas se las lleve el que se va.

 

Pero ahora la pregunta es: ¿Qué tanto aprendimos del año que se va?, ¿qué tanto somos responsables de las cosas malas o buenas que sucedieron?, y ¿qué tanto nos preparamos para tener un buen año? Los buenos deseos no bastan, hay que ponerlos en práctica y tomar medidas si queremos avanzar. El éxito no llega sin una buena preparación, una buena actitud y un proyecto posible. El cosmos nos marca un orden, un equilibrio. En el hombre no existe la estabilidad, lo más parecido es el equilibrio y éste es excepcional e inestable. Así pues, dentro de esa vorágine de velocidades, movimientos y tiempos en que transcurre nuestra pequeña vida biológica, lo único estable es el cambio. Lo único posible es el equilibrio y la adaptación a ese caos. Esos momentos de equilibrio, podemos concebirlos como “momentos de felicidad”. Cuando te detienes a observar el movimiento de lo demás, de la naturaleza y del hombre, te das cuenta que ese movimiento: ¡es el milagro de la vida! Así que si te das cuenta llegaste a la meta, quizás feliz, triunfador o muy cansado, desanimado, sin ganas de continuar, pero el premio que recibes es estar vivo y tener otra oportunidad de competir en la carrera. A esta nueva carrera vienes con la experiencia del cansancio, del desánimo, muchas veces sin fe; pero esta nueva oportunidad es para guerreros y tú has sido elegido, quizás sin darte cuenta. Sí eres un guerrero o una guerrera.

 

Ten presente que muchos de los que iniciaron la carrera del 2017 no la concluyeron y ya no están con nosotros. Eres un afortunado. Pero hablemos un poco del ciclo que termina, de ese temible, tembloroso, cruel y conflictivo 2017. Una desconcertante, pero a la vez maravillosa lección de vida. El 2017 también fue un recordatorio de que todo se mueve, de que todo puede caer y de que no debemos olvidarnos del pasado. El sismo del 19 de septiembre nos recordó lo pequeño e insignificantes que somos frente a la Naturaleza. Algo increíble también sucedido el mismo día 19 de septiembre, pero del año 1985. Fechas que marcan la historia de la fragilidad humana del mexicano y del mundo entero. La vida es movimiento constante, la vida social que llevamos nos está trasladando a un caos cada vez mayor, nos marca que necesitamos un cambio, que debemos movernos hacia otros regímenes, a otro estado de cosas, revalorizar la naturaleza y nuestra conexión con ella. Cada uno tenemos nuestro ciclo anual, en el que hay de todo, sucesos buenos y malos. Pero el tiempo es el que se encarga de ir sentando las cosas y marcar las pautas.

 

El tiempo, honesto y fiel amigo, se encargó de todo. En algunos hubo lágrimas, pero seguro también risas e instantes de felicidad que marcan los buenos momentos de la vida. Regalos que damos y otros que recibimos. Se cuenta con la familia, los amigos que, sin duda, son la cobija que no falta para aminorar el frío. El año es una carrera en la que todos vamos, la gente que nos quiere nos acompaña, nos echamos porras. Los encontramos en las subidas, pero a los más fieles en las bajadas y nos dan dulzura y amor de hermanos, de amigos, de familia; para no desvanecernos y seguir adelante. Concluye un año, se vale, si eres creyente, elevar una oración y dar gracias. Yo que te escribo, miro al cielo y digo “Gracias Dios, por tu bondad y amor, por estar conmigo en cada momento bueno o difícil y por darme mis mayores regalos: mis amigos, mis hermanos, mi familia”. Y concluyo: Gracias a todos por estar conmigo en esta carrera y por permitirme contar con ustedes, por su invaluable amistad. Un abrazo y recuerden que los tengo presente en mi mente y que en mi corazón hay un espacio reservado para cada uno. ¡Dios nos proteja y nos bendiga en este año que recién inicia! ¡¡¡Feliz 2018!!! ¡En sus marcas… listos… fueeerra! La carrera 2018 ha comenzado. Nos vemos en la meta.

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