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NIETZSCHE INABARCABLE

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Un teólogo hablaba de los valores del Cristianismo: las virtudes teologales, el amor al prójimo, el perdón; lo hacía exaltando a un ser bifronte: al hombre «histórico», al Jesús-aunque sin historiografía que constate su real existencia, pues la referencia de Tácito, el historiador y cronista, sus tres líneas al respecto, es muy ambiguo-; y al Cristo de los Evangelios. Eso fue en una sesión de Tanatología, era sobre «vida después de la muerte» como pregunta: filosóficamente dicho: si hay trascendencia a la materialidad y a la biología en el ente humano-.

 

Me agradó su proceder: retomando a Hans Küng-teólogo cristiano suizo hipercrítico del Imperio Vaticano-aseveró con estricto agnosticismo el expositor que no podía decir una sola palabra sobre el asunto porque la fe, no es materia «ni de la ciencia ni de la filosofía» Pero haciendo humilde hermenéutica resalto algo que lo delató como un hipócrita, aunque aclaro, su discurso era meditado, complejo y fundamentado:

 

1. Sin más, trajo a colación al Nietzsche cristianoclasta: primera molestia mía y objeción: el filósofo tomaba al cristianismo sólo como sinécdoque de su crítica al nous, al platonismo, a la metafísica, a la trascendencia, al teoantropomorfismo, para dinamitar la axiología Occidental como doble moral.

 

2. El discurso de Nietzsche es fruto de la filología, historiografía, ontología, axiología en una intertextualidad que combina ensayo, relato y poesía. Quería mantenernos ocupados, desentrañado los significados por siempre-por eso escribió: «Hay autores que nacen póstumos: yo soy uno de ellos». Es decir, él es un provocador y nunca tenemos la certeza de lo que «quiere decir»: es un caleidoscopio infernal que ha hecho fracasar las exégesis de Heidegger y Zizek por mencionar a los más conocidos.

 

3. Escuché calladamente, sin tomar la palabra por asalto cuando empezó a mencionar la locura de Nietzsche, su relación con la madre y la hermana-lo hacía para descalificarlo-; tampoco intervine cuando apostado en toda su profundidad dijo enigmática y teatralmente: «Dios ha muerto» : Nietzsche. «Nietzsche ha muerto»: Dios»

 

4. Es decir el teólogo tiraba a la basura del dogma, su formación filosófica para rescatar al cristianismo que él es, de su crítico más feroz. Yo sólo pensé: «Pero el blanco de Nietzsche no era el cristianismo como un todo sino su fundamento axiológico como parte básica de lo que Occidente significa» Qué curioso: recuerdo a menudo lo anterior porque me senté cerca de él y su corbata traía una mancha notable de restos de comida: una mancha verdosa. Estúpida y vengativamente pensé: eso le pasa por mentiroso, es un corriente cristiano católico en el fondo: no es un teólogo coherente

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