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La Planta Empacadora de Carnes de Uruapan

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Aunque con grandes expectativas de expansión, duró en servicio sólo de 1908 a 1913. Hoy día en ese lugar se localiza la facultad de Agrobiología «Presidente Juárez»

A principios del Siglo XX con capital extranjero, en las instalaciones donde actualmente se encuentra la Facultad de Agrobiología «Presidente Juárez», dependiente de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se edificó una empresa de productos derivados de la carne.
A pesar de los pocos años que estuvo operando, esta compañía fue la primera planta industrial que existió en la vida productiva de Uruapan, en última etapa del porfiriato.
Su establecimiento fue promovido a nivel nacional y hasta internacional. La llamada paz porfiriana y el interés de los inversionistas sirvieron para que se considerara la atractiva opción de establecer una compañía de amplios dividendos en la segunda ciudad más importante de Michoacán: Uruapan del Progreso.
Tuvo que pasar más de una década para formalizar construcción de la empresa internacional en Uruapan, y ciertamente, hay referencias de que 1898 el norteamericano William Osterheld se había dirigido al gobernador del Estado de Michoacán, don Aristeo Mercado, solicitándole el permiso para su edificación.
Un par de años más tarde, luego de varias sesiones legislativas en que se trató el asunto, el Congreso del Estado de Michoacán aprobó la solicitud de Osterheld.
Ese año de 1900, los empresarios decidieron edificar el nuevo inmueble que estaría situado al Sureste del centro de la Ciudad, disponiendo de personal calificado, estableciéndose en una superficie correspondiente al Barrio de la Magdalena.
La construcción de la planta, que a partir de entonces se denominaría «Compañía Empacadora Nacional Mexicana» (Mexican Nacional Packing Company, en inglés), operó con inversión extranjera, siendo los socios principales de origen inglés y los minoritarios de Estados Unidos.
Ya concluida la larga etapa de los trámites convenientes entre el gobierno y los capitalistas, el 18 de enero de 1908 se efectuó la gran inauguración de la pomposa «Planta Empacadora de Uruapan», misma que se pretendía fuera una de las mejores del país en la manufactura de productos derivados de la carne y que en un corto futuro consiguiera la facultad de exportar a nivel internacional.
La noticia la cubrieron corresponsales de distintos medios capitalinos como: «El Popular», «El Diario», «El Imparcial», «El Tiempo» y «El Heraldo Mexicano», entre otros.
El historiador nicolaita José Napoleón Guzmán Avila en su obra «Michoacán y la Inversión Extranjera», incluye un importante estudio sobre la Mexican Nacional Packing Company, y en ella expresa que «la llegada a Uruapan fue muy agradable, las autoridades locales así como multitud de personas dieron la bienvenida a los viajeros; en breve el ferrocarril prosiguió su marcha hasta las oficinas de la empacadora, la que se encontraba profusamente iluminada con lámparas de arco e incandescente y con la propia luz espléndida de la luna llena, que daba al paisaje un aspecto encantador. En uno de los lugares más apropiados y visibles se leía en caracteres de vivísima luz la expresiva palabra «Welcome», como delicado y cariñoso saludo a los invitados”. 1
A continuación, la empresa ofreció una cena a los 60 visitantes aproximadamente, ocupando uno de los salones de la empacadora.
Asistieron al acto inaugural don Ramón Corral, vicepresidente de la República; Guillermo de Landa y Escandón, gobernador del Distrito Federal; el teniente coronel Manuel García Cuellar, Jefe del Estado Mayor Presidencial, y el General Mucio P. Martínez, gobernador del Estado de Puebla.
Los anfitriones del evento fueron:
En primer lugar el gobernador de Michoacán, don Aristeo Mercado; don Luis G. Córdoba, jefe de la Prefectura de Uruapan; el destacado político Luis B. Valdés, y el diputado local Silviano Martínez; además de los prósperos hacendados, el italiano Dante Cusi, los primos Wenceslao y Silviano Hurtado, Francisco Farías, Francisco Camorlinga, Manuel Campos y Alberto Treviño.
En el banquete se hicieron votos para que la nueva empresa llegara a tener un éxito comercial envidiable, e incluso hubo tiempo para que Hiram R. Steele, director del «New York Life Insurance Co.», señalara con toda confianza que, dada la estabilidad social que vivía México, los inversionistas extranjeros podían participar en la economía de su país vecino, opinando que el dinero invertido en la plaza de Uruapan tendría aceptables dividendos.
Finalizado el convite, refiere Guzmán Avila, que el Sr. Corral remitió información telegráfica al presidente de la república, don Porfirio Díaz:
«Tengo la honra de comunicar a usted que hoy, 18 de Enero de 1908 (…) he declarado solemnemente inaugurada, en nombre de usted, La Casa Empacadora de Uruapan. Sírvase usted recibir mis cordiales felicitaciones y las de las personas que conmigo firman el presente telegrama.” Firmaban además del Vicepresidente, los gobernadores Mercado, Martínez, Landa y Escandón y Mr. De Kay.» 2
Al siguiente año, la compañía ya había logrado un notable crecimiento. En las instalaciones se veía un gran movimiento de obreros y personal encargado en procesar los productos de la empacadora.
Hasta entonces, por dinero no había problema. Para 1907, los socios extranjeros eran dueños del Rancho de Santa Catarina, ubicado a 3.5 kilómetros al noroeste de la planta, que antes era propiedad del taretense Feliciano Vidales, prominente hacendado que llegara a ser dueño de once haciendas de la región y de la Fábrica de Hilados y Tejidos «La Providencia», localizada en la calle del Cupatitzio, de Uruapan.
Inclusive, los capitalistas poseían los terrenos de Santa Bárbara y Laguna Grande, situados en el Distrito de Uruapan y comprados a Feliciano Vidales por Luis de Key, representante de la compañía.
La planta de carnes gozaba de una presa de mampostería sobre la margen del Río Cupatitzio y una planta generadora de energía eléctrica preparada para producir hasta 1,708 caballos de fuerza, energía que le servía mucho a la planta.
En relación a la infraestructura física se construyó con material procedente de Norteamérica. Por ejemplo, el tabique que trajeron de allá era muy compacto y de buena consistencia.
Se componía de cuatro edificios grandes en los que se encontraban amplios departamentos bien iluminados destinados para la matanza, frigorífico y pailas; y otros menores que se empleaban para el almacenamiento de la materia prima y productos, incluyendo el espacio de los talleres.
El capital invertido por los socios era considerable, disponían de lo necesario para que en un futuro cercano, la «Planta Empacadora de Uruapan», se convirtiera en una compañía de gran expansión, si era posible a nivel mundial.
Bajo este panorama, la compañía de capital extranjero, en la Ciudad de México era dueña del almacén refrigerador «El Chopo»; igual de un predio de tres manzanas en Peralvillo y de una planta refrigeradora en «Ejidos», situada en San Luis Potosí.
La planta de la empacadora del vergel michoacano ofrecía el espacio, personal y la capacidad para sacrificar diariamente alrededor de 700 bovinos, 500 puercos y 500 carneros.
Pero eso no era todo, para disponer de mayor facilidad en el transporte y embarque de todos los productos elaborados, los socios solicitaron al gobierno de Aristeo Mercado su aprobación para abrir un ramal ferroviario hasta donde se encontraba la empacadora, el cual se puso en servicio desde 1908 de acuerdo a lo que se cita en medios capitalinos de aquellos años.
No cabe la menor duda de que era un proyecto ambicioso y bien planeado. El proceso de industrialización de la carne generaba la fabricación de un buen número de productos, entre ellos: aceites, margarinas, carnes prensadas y ahumadas; jamones, chorizos con salsa, etc.
La empresa no desperdiciaba nada del animal, todo era útil; huesos, pelos, cerdas, pesuñas, cuernos, sangre y pieles tenían un uso industrial.
Cabe señalar que el ganado sacrificado en Uruapan procedía de los distritos de Ario de Rosales, Apatzingán y el propio Uruapan, de ahí que los capitalistas sabían que en materia prima no había riesgos en el suministro. En este sentido, hubo una reactivación ganadera, favoreciendo a haciendas vendedoras como Chila, Cancita, Tepenahua, Tipitaro, Santa Casilda y la Lombardía. 3
En 1905 en el Distrito de Uruapan se mataba alrededor de 6,500 cabezas de ganado bovino, 2,160 de borregos, y 2,701 cerdos. Cinco años después, existían tan sólo en tierra caliente de 300 a 350 mil cabezas de ganado vacuno, de los que gran parte se destinada a la empacadora.
​Hablando de la maquinaria e implementos, la mayor parte fue de procedencia estadounidense, lo mismo que el personal más calificado. Aunque los socios estaban comprometidos para que a la planta ingresara personal michoacano, mejor dicho uruapense. 4
Sobre el desplazamiento de la carne procesada en la empacadora de la planta que popularmente se le conocía como «Popo» (término de abreviación de Popocatépetl, nombre comercial que recibía la carne procedente de Uruapan) se vendía en establecimientos comerciales de la capital del país, en las calles de San Juan de Letrán y la Viena, y en las tiendas conocidas como «Mercados Nacionales de México».
De igual forma, se levantaban pedidos para clientela situada en Tacubaya, Mixcoac, San Angel, Tlalpan y Coyoacán, y otro pequeño volumen se mandaba a plazas de San Luis Potosí.
​En 1910, a tan sólo dos años de su inauguración, la empresa ya disponía la capacidad de exportar sus productos a Europa, esencialmente a ciudades de Inglaterra.
A propósito, el mismo gobernador Mercado elogiaba los logros registrados y orgulloso aseguraba que esta era la primera vez en la historia del país que se exportaba a Inglaterra carne preparada y enlatada, la que con esmero se fabricaba en la planta de la ciudad que consideraba como su segunda tierra.
No obstante, desde los primeros meses de 1910, los capitalistas entraron en una inesperada crisis económica a raíz de que los bancos de la cuenta crediticia se declararon en quiebra. Por tal motivo la preocupación correspondía en cuanto a liquidez, ya que a pesar del gran avance comercial y de venta, la Compañía Empacadora Nacional Mexicana no sabía realmente su futuro, al carecer de capital suficiente para satisfacer sus necesidades.
Con un final inesperado e increíble, la «Popo» funcionó tres años más, es decir hasta 1913, debido a serios problemas económicos, uno de ellos fue que desde su fundación los empresarios extranjeros tenían una lucha frontal contra los introductores de ganado, dando por resultado que la Company vendiera al público sus derivados a precios casi regalados con el fin de aniquilar a los introductores, a los que estuvo a punto de vencer, pero al final la compañía no resistió la presión y perdió varios millones de pesos.
Para colmo de males, los inversionistas ingleses, importantes accionistas en el selecto grupo de financieros de la planta, requirieron a sus socios estadounidenses su liquidación, lo que agravó su situación económica, ya que éstos últimos eran los de menor financiamiento.
No tardó mucho en que la «Popo» únicamente quedara en manos de capital estadounidense, los que continuaban recurriendo a préstamos de otros inversionistas ingleses, ajenos al grupo.
​El segundo semestre de 1913 fue fatal para los inversionistas, lo que los orilló a que decidieran cerrar la empacadora por falta de garantías del gobierno mexicano, ya que el levantamiento armado a consecuencia de la revolución mexicana se había extendido hasta Michoacán, y a la par por las deudas contraídas con varios inversionistas poderosos.
En ese año el administrador de la Planta era el señor Vicente Medina, quien con voluntad más que capital se quedó unos meses más al frente de la «Popo». Por cierto, en 1917 Medina llegó a ser el primer presidente municipal de Uruapan emanado de la Constitución del 17.
Una opinión respecto al cierre de la planta, aunque quizás sólo se trate de una coincidencia, la manifiesta el cronista J. Jesús Alejandre Romero en su interesante antología póstuma titulada «Uruapan de antaño».
Ahí, el otrora vecino del Barrio de San Miguel, explica que «fue a principios de este siglo cuando aún se encontraba trabajando en plena actividad la empacadora de carnes, situada donde hoy es la Escuela de Agrobiología, aprovechada con varias modificaciones algunas de las antiguas factorías». 5
Y más adelante escribe a detalle:
​»Sucedió que un día dos altos empleados de la negociación tuvieron la estúpida idea de ponerle a un caballo algodones en la cabeza formándole patillas; además, en el pescuezo, un lienzo con los colores de nuestra gloriosa Bandera Nacional, haciendo burlas y queriendo imitar en forma tan denigrante la figura del Padre de la Patria, el Cura don Miguel Hidalgo; paseando en medio de la gritería de más de doscientos trabajadores que tal vez por ignorancia no alcanzaban a comprender la burla de la que estaba siendo objeto nuestro Lábaro Patrio”. 6
Prosigue Alejandre Romero que tocó que para la de malas de los ultrajadores, ahí se encontraba trabajando allí un intérprete originario de Tingambato, “quien al darse cuenta de lo que estaba pasando, injurió a los fatales gringos e inmediatamente lo comunicó a las autoridades, siendo esos días Prefecto don Luis Córdoba; estaba de interino el Sr. Francisco Camorlinga, ordenando que inmediatamente fueran aprehendidos los culpables y conducidos en medio de varios gendarmes a la Prefectura”; y al final fueron consignados a la cárcel, situada en ese entonces donde se ubica el Pasaje Navarro, del Centro de la Ciudad. 7
Alejandre añade que “estos detestables extranjeros pensaron que al pagar una simple multa quedarían en libertad pero, aún tuvieron el descaro de pedir que se les permitiera les llevaran cama, colchón y cobijas porque no podrían soportar el frío suelo, pero todo les fue negado justamente, y si no se les llevó con los demás presos, fue por temor a que los lincharan y posiblemente los hubieran matado, pues los blancos los pedían a gritos. Después del cumplimiento de su condena y de pagar la multa -alta en aquel entonces- (de 500 pesos a cada fatal), salieron en libertad. Pero esto fue para que la famosa «Empacadora» cayera en desgracia, pues hubo que cerrar sus puertas y los despreciables e indeseables patrones tuvieron que largarse a su país». 8
Sin embargo, el hecho relatado por el cronista Alejandre concuerda con la situación económica que para entonces vivía la sociedad mercantil de la «Popo», recordar que para 1914 el escenario financiero era insostenible; lo mismo se puede decir si se toma en cuenta la proximidad de los avances revolucionarios de los constitucionalistas a Uruapan.
Ya para entonces, la plaza de Uruapan había sido tomada por el revolucionario Marcos M. Méndez y su gente en mayo de 1911 y después de un tiempo de tranquilidad, hacia 1913 lo sería por las tropas de Joaquín Amaro y el Francisco Cárdenas, uno de los asesinos de Francisco I. Madero. No dejando de citar las tropas del general Francisco Murguía, que se apoderaron de la plaza en diciembre de 1914.
Bajo este triste panorama, la empacadora uruapense solamente operó por seis años y pasaron varios más en que el inmueble estuvo abandonado.
Son muy contadas las referencias que hay respecto al destino inmediato del inmueble, aunque algunos vecinos del Uruapan aseguraban que durante parte de la revolución, más que nada en 1916-1917, fue utilizado para enterrar en sus terrenos a integrantes de la tropa que morían después de algún enfrentamiento.
Por cierto, mediante decreto del 27 de octubre de 1915, el gobernador Alfredo Elizondo, la propiedad, junto con sus edificios y maquinaria quedó en calidad de bienes intervenidos, bajo la supervisión de la Oficina de Rentas del Gobierno del Estado.
Meses posteriores, las autoridades de dicha dependencia aseguraban que un grupo de personas apoyada por el presidente habían causado muchos destrozos al patrimonio de la empacadora, saqueando artículos de las instalaciones, por ello, Rentas recogió la fábrica e hizo un inventario.
En ese mismo año se rentó a Florencio Raya para que lo usara como molino de aceites, pero no operó mucho tiempo. Entre 1918 y 1920 se continuaba desmontando sus instalaciones.
El 4 de abril 1921, por decisión de las autoridades una parte de la maquinaria y herramientas se trasladó al famoso “Asilo”, situado donde ahora se encuentra la Escuela Primaria Ignacio M. Altamirano, y que en ese tiempo no funcionaba luego de haber albergado al Colegio De los Hermanos Maristas.
Poco a poco la fábrica y sus pertenencias fueron remitidas. Para 1928 nadie preservó la maquinaria y las instalaciones como un bien cultural. 9
Por otro lado, años más tarde, para ser precisos en 1933, de acuerdo al semanario «La Voz de Uruapan», al referirse a la empacadora, se informaba que «era una pena que se hubiera cerrado, porque ahí -los obreros y empleados- encontrarán un trabajo bien remunerado y ocupación constante». 10
​Y el semanario ampliaba la noticia:
«La empacadora, que se encuentra precisamente en frente del Valle de las Delicias, también hacía uso del agua del Cupatitzio, para darles movimiento a sus máquinas. ¡Lástima grande! que esta negociación haya fracasado. Ahí concurría un buen número de obreros que hacían su consumo de víveres en esta ciudad”. 11
El medio impreso local sostenía que la empacadora había sido un centro de mucho movimiento, el que se encontraba en ese momento en ruinas, abandonado por propios y extraños, sin que haya persona alguna, que se interesara por ella, para lograr algún provecho colectivo.
Dicho de otra forma, “la empacadora se acabó; pero ha dejado suficiente material de construcción, edificios que pueden servir aún, y un canal para encausar y conducir el agua, y una buena caída, para todo servicio». 12
En agosto de 1947 el semanario “Crítica” anunciaba el establecimiento de la Comisión del Tepalcatepec, siendo Vocal Ejecutivo el General Lázaro Cárdenas del Río, quien emprendió una serie de beneficios en obras y servicios para diferentes pueblos y comunidades, incluyendo creación de espacios educativos. 13
Justamente, el 11 de febrero de 1956 se impulsa la creación de la Escuela Vocacional de Agrobiología “Presidente Benito Juárez”, en un local habilitado en la Avenida Américas Número 23, bajo el amparo de la propia Comisión del Tepalcatepec, y con el entusiasmo del propio General Lázaro Cárdenas, quien instruye al profesor Roberto Reyes Pérez, como representante de la Secretaría Pública en el organismo federal, para su realización.
El 15 de febrero de aquél año tan importante en la historia de la educación de Uruapan se iniciaron las clases programadas, apegándose al Instituto Politécnico Nacional, siendo fuente la vocacional Cuatro del citado instituto.
De acuerdo con la maestra nicolaita Ana Elizabeth Bárcenas Ortega “fue hasta 1957 que se le ubica en las instalaciones de lo que fuera, la antigua empacadora de carnes». 14
A detalle, la Escuela Vocacional de Agrobiología fue fundada el 11 de febrero de 1956. Esa fecha la planta de directiva administrativa y de intendencia de la escuela, e igualmente un grupo importante de maestros y alumnos estuvieron presentes.
De las instalaciones que se construyeron fue un edificio con cinco aulas, la dirección, la secretaría, laboratorios de Química, de Física y Biología; y sanitarios. Un salón de actos, una caseta, un edificio para biblioteca y en la planta alta un dormitorio destinado a alumnos. En pocas palabras, se aprovechó al máximo el terreno que había de la antigua empacadora.
En 1957 tales instalaciones fueron ocupadas y las clases iniciaron con dos grupos: un primer vocacional integrado por 28 alumnos y un segundo vacacional con los que habían aprobado año, del periodo lectivo anterior.
El primer director del nivel profesional, además del vocacional, fue el profesor Roberto Reyes Pérez. En 1960 a raíz de que la escuela había llegado a un nivel mayor y con grandes expectativas a fin de lograr sus objetivos, acordaron que el ingeniero Eduardo Limón García, reconocido ingeniero agrónomo procedente de la Universidad de Chapingo y maestro fundador de la Escuela Vocacional “Presidente Benito Juárez”, ocupara la dirección combinada con la escuela vocacional y profesional de Agrobiología y el profesor Reyes Pérez siguió como catedrático.
Igualmente, en 1960 se tiene un nuevo director y concluye el año escolar del plantel que disponía de un nuevo plan de estudios: tres años profesionales y dos vocacionales.
Olvidaba decir que ese año fue memorable, ya que terminó la primera generación de técnicos de la carrera media, que representaba a los alumnos quienes aprobaron materias, y continuaron dentro del plantel y que habían iniciado en 1956.
El 17 de noviembre de 1961, la dirección de la escuela, tres maestros por el Consejo de maestros y cinco alumnos por la sociedad de alumnos, enviaron una solicitud formal al rector nicolaita Eli Gortari.
Este hecho fue un acto ulterior a una reunión que se había verificado el 19 de octubre de 1961 a las 12:00 horas con el rector Eli de Gortari y cuyo aspecto fundamental era conocer verbalmente la posibilidad que la Escuela Vocacional y Profesional “Presidente Benito Juárez”, lograra ser incorporada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo; el rector Eli de Gortari, el ingeniero Eduardo limón, y Roberto Reyes Pérez, como representante de la Comisión del Río Balsas y Rafael López Rangel, presentando a los maestros de la escuela; y la sociedad de alumnos con la representación de Carlos Garibay Valencia, Jaime Gómez y Maximiliano Rivera, buscan una manera de llenar los requisitos para ser incorporados a la Máxima Casa de Estudios.
El día 30 de noviembre de 1961, a las 18:00 horas, formal y legalmente reunidos en el pleno del H. consejo Universitario, en sesión ordinaria celebrada en el domicilio número 331 de Melchor Ocampo, de la ciudad de Morelia, bajo la rectoría de Eli de Gortari, inició la sesión donde se discuten los puntos del orden del día, aprobándose entre ellos la trascendental creación de la Facultad de Agrobiología “Presidente Benito Juárez”.
Acto seguido, se pasó el acuerdo en la petición suscrita por los por los ciudadanos citados, en la petición del 17 de noviembre del mismo año, teniendo como base material y moral a la Escuela Vocacional y Profesional “Presidente Benito Juárez”, para su fundación; de acuerdo con las finalidades, orientación y organización que la propia universidad le imprimía.
En resumen, se crea la Facultad de Agrobiología “Presidente Juárez”, incorporada a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, con sede en la ciudad de Uruapan, Michoacán; en el plantel que hasta ahora venía funcionando como Escuela Agrobiología “Presidente Juárez”.
Así, comienza otra historia en las instalaciones de la Empacadora de Carnes “El Popo”, a través de la propia historia de la facultad nicolaita; por cierto, a partir de la creación de la escuela, sería la propia UMSNH quien expediría los títulos respectivos a los alumnos que egresaran, basado a los lineamientos que marca la Ley Orgánica de la Universidad. 15
Con el paso de los años, este plantel universitario sería un semillero de destacados profesionistas que elevarían el orgullo de haber estudiado en uno de los centros del saber de mayor arraigo de la Universidad Michoacana, nuestra Máxima Casa de Estudios.

Citas:
1 Guzmán Avila, José Napoleón, Michoacán y la inversión extranjera 1880-1911, Morelia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1982.
2 Bis.
3 “El río Cupatitzio: sitios históricos y aprovechamiento de su caudal, siglos XIX y XX”, Mendoza Arroyo, Juan Manuel / Gómez Sántiz, Isaías / Bobadilla González, Leticia et al., UNAM, México, 2020.
5 Alejandre Romero, J. Jesús, «Uruapan de antaño», Uruapan, 2010.
6 Bis.
7 Bis.
8 Bis.
9 “El río Cupatitzio: sitios históricos y aprovechamiento de su caudal, siglos XIX y XX”, Mendoza Arroyo, Juan Manuel / Gómez Sántiz, Isaías / Bobadilla González, Leticia et al., UNAM, México, 2020.
10 ¿Qué pasó con la Empacadora de Carnes?, «La Voz de Uruapan», año 1, número 4, edición trimestral, Uruapan, octubre de 1933.
11 Bis.
12 Bis.
13 “Crítica”, edición de 27 de agosto de 1947, Uruapan.
14 «Documentos Elementales para entender y apreciar el origen, principios y fines de la Agrobiología», de José L. Morales García y Ana Elizabeth Bárcenas Ortega. (Facultad de Agrobiología «Presidente Juárez» de la UMSNH, Morelia, 2006).
15 Bis.

Uruapan, Mich., Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad.

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