Entrevistas y Colaboradores

Jaime Ruiz Ibáñez, 25 años de hacer cine

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Se dice fácil. Pero ¿qué es ser un director de cine? ¿Qué debe hacer un profesional de un ramo, en que el mismo es despreciado muchas veces por el público por ser la materia mexicana? Ser un cineasta es reinventarse cada día para apreciar e interpretar la vida que acontece. Ser capaz de descubrirse a sí mismo para escribir acerca del ser humano y después tener la inventiva necesaria para plasmar su mundo de imágenes al papel y luego a la pantalla. El desempleo acecha constantemente. No siempre se puede filmar. Entonces el cineasta da cursos, clases que alimenten al alumno y además le sea un marco referencial de retroalimentación al propio creador.

Hoy el cineasta, y muchas veces lo ha hecho, dirigirá comerciales o capacitación en imágenes para empresas, pero una cosa sí no podrá dejar de hacer: será ver la vida, más allá del simple sentido de la vista. Deberá observar con todos sus órganos, con toda su intuición, sensibilidad y razón, el devenir del hombre y su entorno. Su imaginación no podrá descansar jamás desde el momento en que decidió ser cineasta. Sólo así podrá tocar el corazón de su audiencia. En ese sentido, Jaime (Akira como yo le digo), no ha parado en sus páramos de un Rulfo de la cámara.

Ayer celebró sus veinticinco años de director presentando un corto que hizo en los albores de los noventas, «Agonía», guion basado en el relato «Los Girasoles» de Juan Rulfo. Corto maravilloso que evoca el universo rulfiano: la voz de la tierra, de las pasiones calladas, de la sensualidad ambigua, de la culpa, del cosmos alterado, del no permitir que nadie te aplaste, de la venganza, de las emociones climáticas que sólo se callan con la muerte y a veces ni así. Toda esta cartografía rulfiana es captada maravillosamente por una cámara que da signos simbolizantes y estilo, por un guion que sabe narrar un por qué y un para qué, por una edición que marca emocionalidades y tiempos, por una coherente dirección de montaje y actuaciones que marcan verosimilitud.

La ambientación, locaciones, musicalización (de Toño Avitia) que da énfasis emocional a los personajes, vestuario, son aciertos logrados dentro de ese todo creativo. Tengo el enorme placer de ser parte, como actor, de esos veinticinco años de camino de Jaime. Los cortos, «La Caja», «Caminos», y su largometraje «La Mitad del Mundo», dan fe activa y viva de nuestra amistad creativa y humana. Gracias por todo Jaime. ¡Felicidades enormes para ti y para tu bella compañera Maite y el gran vaquero, tu hijo, Arielito! ¡Que Dios siga resguardando tu talento¡

Raúl Adalid Sainz, en algún lugar de este México Tenochtitlan.

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