Historia de MichoacánInformación GeneralNacionales e internacional

¿Acaso desapareció el Barrio de la “Santísima Trinidad”?

0

Últimamente se ha hecho común entre los habitantes de los barrios, señalar que en un momento dado el Barrio de la “Santísima Trinidad” desapareció, sin saber qué fue de sus pobladores, al igual que mucho tiempo atrás aconteciera con el Barrio de los “Santos Reyes”.

Por tal razón, en los párrafos siguientes anotamos algunos datos históricos y testimoniales sobre la justificación de que este hecho no fue así.  

Ya en 1780, con gran alegría vecinal, pobladores del antiguo Barrio de La Santísima Trinidad (al que de ahora en adelante llamaremos de “La Trinidad”), situado hacia el sureste de la ciudad, a parte de la fiesta patronal, celebraban como segunda festividad la del Sagrado Corazón de Jesús y con gran majestuosidad, se adornaba el altar de su capilla y se quemaba abundante pólvora, aprovechando el área de la plazuela de la capilla de tal barrio, uno de los nueve fundados por Fray Juan de San Miguel, en 1533.

Bocetos demográficos señalan que a mediados del siglo XVIII, la gente “de razón” había absorbido este barrio, ciertamente en el padrón de población citado por Francisco Miranda (1), acota que en 1787 en el antiguo pueblo de San Francisco Uruapan habían 2, 907 habitantes, de los cuales “La Trinidad” se contabilizaron 126 habitantes “indios” y 309 habitantes mestizos.

En 1863 Antonio García Pérez, hace una interesante descripción del pueblo de Uruapan, quien para ese entonces era Diputado Federal por el Distrito de Uruapan, previo al inicio de la Guerra de Intervención Francesa en Michoacán, y del cual justificamos que para ese tiempo aún prevalecía la presencia de tal barrio. He aquí el texto:  

“(…) La ciudad está divida en ocho grandes barrios, que son al Oriente, el de la Magdalena, situado en una superficie plana; al Noroeste, el de San Francisco; al Norte, el de San Miguel; al Noreste, el de San Juan Bautista; al Occidente, el de Santiago; al Sudeste, el de San Pedro; al Sur, el de San Juan Evangelista; y al Sudoeste, el de la Trinidad, que toca con el de la Magdalena y perfecciona la circunferencia”.  2

Y abunda, que “todos estos barrios tienen sus capillas y cementerios; están poblados en su mayor parte por indígenas que se dedican a varias actividades. El centro de la ciudad a la que los indígenas le dan el nombre de República, está ocupado por la población no indígena, y allí están las buenas cosas, tiendas, comercios, edificios públicos, la parroquia matriz y todo lo que constituye una ciudad, cabecera del departamento, en donde residen sus autoridades principales. 3

Tal como Fray Juan había hecho en la distribución de sus habitantes, el legislador García Pérez agrega que los indígenas de cada barrio original vivían bien y libremente, siguiendo sus tradiciones, que abundaban en moralidad, “a sus fiestas convidan a los vecinos que nos son indígenas. No hay como en otras partes riñas ni acalorados litigios por tierras o linderos, habiendo una gran armonía entre sus habitantes. La propiedad comunal en Uruapan estaba bien repartida y si no hay grandes propietarios, tampoco hay menesterosos. Por esta circunstancia, jamás se angustia el ánimo con la presencia de limosneros andrajosos, que asedian a los transeúntes en las calles, o bloquean los zaguanes de las casas, como sucede en los pueblos del Bajío”.  4

Justamente, en la trama urbana de 1897, figura aún el Barrio de “La Trinidad” limitado al Norte con la Calle Antigua de San Francisco de Asís, hoy Alvaro Obregón; y al Sur con el Río Cupatitzio; al Oriente con el Río llamado de las Aguas Blancas, mejor conocido como Tarecho (Taretzio, en lengua Purhépecha); y al Poniente, con la Calle del Cupatitzio, hoy simplemente Cupatitzio.

De acuerdo a estudios de esa época, en ese barrio estuvieron ubicadas sus casas reales, sus casas del gobierno indígena y la capilla, el atrio, y la plazuela correspondiente. Y en cuanto al Tarecho, dice Mario Paz Crellson en su texto “Uruapan turístico” (5) que ya “era un rincón del paraíso michoacano, de colores vivos y brillantes, en donde la sombra de los sauces llorones, cuyas ramas besaban las ninfas de sus aguas, iban las señoras lavanderas de los barrios cercanos a lavar sus ropas al compás de los trinos de miles de pajaritos, acompañados de la música sonora de nuestro río y las risas alegres de los chiquillos que las acompañaban. Su bucólica belleza perdura en el recuerdo, que muchas veces contemplamos extasiados”.  

Por otro lado, la emotiva participación de los feligreses y pobladores de “La Trinidad”, durante los festejos del Martes del Carnaval, fiesta “muy de ese barrio”, que solían realizarse en la época del porfiriato, fue un distintivo del barrio agrícola, donde para ese tiempo había moreras, cafetos, platanares, chirimoyas. Y algunos de sus pobladores se dedicaran a los telares.

Un ejemplo de la celebración anterior se localiza en el “Álbum de Uruapan” (6), donde el escritor taretense Manuel García Rojas se refiere a un viaje que hizo desde su tierra natal al edén michoacano, alrededor de 1895 y 1900, y quien después de la festividad en el Barrio de Santo Santiago, expresa lo siguiente:

“Prolongándose hasta el miércoles la fiesta (…) hubo toros en el Barrio de la Trinidad; toros de carne y hueso bien nutridos; hubo máscaras, cascarones y demás cosas. Divertímonos ahí un poco, notando el risible contraste que formaban las encenizadas frentes de algunas gentes devotas, con las cabezas llenas de agasajos de otras. ¡Tal es el mundo!”.

Por lo anterior, podemos constatar que todavía al concluir el siglo XIX, las ceremonias eran muy sonadas entre los habitantes del Uruapan provinciano.

Un anexo más sobre “La Trinidad”, en cuanto al establecimiento del agua potable para el uso de sus pobladores, lo describe el maestro nicolaita Cirilo González Pérez en su inspección hidrogeológica, efectuada en  1900, de la que informa:

“El Barrio de La Trinidad queda al sur de Uruapan, al cual quedó unido a otro llamado de La Magdalena. Visité en ellos diez ojos de agua, cuatro en el primer lugar y seis en el segundo. El agua después de surtir a los vecinos de esa población, va a desembocar al Cupatitzio”. 7

De los cuatro ojos de agua del barrio a quien dedicamos estas líneas, uno de ellos pasaba por su capilla del mismo nombre y más delante de ésta, había el otro ojo de agua, por la misma calle de La Trinidad, hoy Reforma.

Indicar que González Pérez, entonces maestro del Colegio Primitivo de San Nicolás de Hidalgo, de Morelia; calificó a las aguas del Cupatitzio, sin excepción, en dulces, o sea, “en el sentido vulgar de la voz, incoloras, más o menos insípidas, diáfanas, frías, no cortan el jabón; y aunque no contienen animales que indiquen que son potables, si crece en sus paredes en culantrillo, que caracteriza tal circunstancia; además los musgos y los helechos no se corrompen”. 8

En otro orden de ideas, en 1919, durante el gobierno municipal de don Jesús Quesada, dentro de su informe de labores, se refiere a las mejoras de los barrios, señalando que dentro tales acciones se puso un “surtidor de agua en el barrio de ´La Trinidad´, ya que dicho barrio carecía de manera absoluta del vital líquido”. 9

Otro aspecto que nos conduce a justificar que de ninguna manera el barrio de “La Trinidad” desapareció, como a veces se comenta, lo podemos encontrar en la “Constancia Media a las Asistencias del Catecismo” (10), que la sacristía de la ciudad coordinaba para que en cada barrio los niños y niñas se prepararan con la misión de realizar su Primera Comunión; exactamente, a pesar de estar Uruapan en plena revolución (la Toma de la Plaza había ocurrido en mayo de 1911), en cuanto a las secciones, La Trinidad, arrojó los siguientes números: en 1914 concluyeron su preparación 42 infantes; en 1915, fueron 52; en el siguiente, bajó a 43; en 1917 subió a 112 niñas y niños; en tanto, en 1918 se incrementó a 190; y en 1919 cumplieron su asistencia, 169 infantes.

Comentar que se dispuso de la correspondiente participación de directoras, secretarias e instructoras, como por ejemplo: Salud Vega, Amelia Pérez, Salud Paniagua, María Solorio, Refugio Caballero, María Hernández, Herminia Cuevas, Rafaela Jasso, María Rodríguez Borja, María y Estefanía Mendoza, Elvira Borondón, Elvia Leal, Sabina Murguía, María y Julia Espinoza, Jesusa Pureco, Braulia Mercado, Avelina Zamora, María Cano, Lucrecia Huarota y Reinalda Alvarez, entre otras que colaboraron en los años señalados.

En síntesis, la predominante religiosidad de las familias de “La Trinidad” fue notable al menos en esos años (1914-1919), ya que en cuanto al número de niños y niñas que recibieron su catecismo, superaba en número y asistencias a los centros del Barrio de San Pedro, de Santo Santiago y la ranchería (sic) de Jicalán.

Por otra parte, ya en 1920 y hasta 1925 aproximadamente, Hilario Valencia Braum señalaba que “en la explanada de la capillita del barrio se ponía un mercado de frutas frescas, verduras, pan y muchos trastes, que abarcaba todo su perímetro, a donde iban las amas casas y vecinos a comprar lo que necesitaban para su hogar, yo iba ayudarles a llevar su canasta (…) y tuve la oportunidad de subirme al volantín que se ponía en la explanada de la plazuela de la capillita”. 11

Los problemas para los barrios de todo el pueblo en cuanto a sus celebraciones religiosas acontecieron debido al surgimiento de la Rebelión Cristera, acontecida entre los de 1927 y 1928, durante el gobierno de Plutarco Elías Calles y teniendo como gobernador al General Enrique Ramírez, donde “La Trinidad” –como los demás barrios- por riesgo a la integridad de los feligreses, los vecinos abandonaron el culto.

En tanto, la humilde capilla franciscana de “La Trinidad”, edificada en adobe, gradualmente fue quedando abandonada, ya que difícilmente la gente podía ir a misa, perdiéndose la identidad de barrio, suerte que no corrieron las demás capillas, al concluir este episodio gris de la historia de México.

En resumen, desde hace un siglo que “La Trinidad” como tal fue dejando de ser activo en sus fiestas patronales, por consiguiente, la mínima participación de sus pobladores y la llegada de la Guerra Cristera, a la par con las medidas del gobierno federal en cuanto a expropiar los bienes del clero mexicano, dieron como resultado que este espacio delimitado por Fray Juan de San Miguel, decayera en sus tradiciones y por lo tanto en presencia como barrio.

Así, al iniciar los años 30´s del siglo pasado, su territorio ya no figura como espacio geográfico destacable como lo eran los otros barrios; aunado a ello, sin el fomento de sus tradiciones religiosas, y es a partir de entonces que ya no sería la unidad social, agrícola, económica y cultural que se distinguía de los barrios hermanos, integrados en su momento por Fray Juan de San Miguel, justamente en el siglo XVI.

Quedó atrás la existencia viva “La Trinidad”, de sus fiestas y tradiciones, más no desapareció su extensión territorial; añadir que hoy subsiste tan sólo en la memoria histórica los sentimientos de pertenencia y posesión, de lo que habla Gerardo Mora Camacho en su ensayo: ¿Qué es un barrio? 12

Y es justamente cuando, a principios de 1930, empezó a formarse lo que ahora conocemos como el Barrio del Sagrado Corazón de Jesús, mejor conocido como el Barrio de «El Vergel», situado en las antiguas huertas de aquél barrio colonial; siendo como quien dice “El Vergel” el que tomó el lugar de “La Trinidad”, en cuanto a la perseverancia de sus festividades religiosas.

Hay un texto titulado: “El Barrio El Vergel y sus mejoras”, de Salvador Aguirre Paleo y Alfonso Val Montoya, que nos introduce ya a los antecedentes de este “nuevo” barrio y que vale la pena consultar. 13

En cuanto a la capilla añeja de “La Trinidad”, y por lo tanto la plazuela, olvidaba decir que estaba en la esquina que forman las calles antiguamente llamadas De la Trinidad y De Las Flores, actualmente Reforma y Aldama.

Su plazuela siempre fue menos popular que las plazuelas “Donato Guerra”, donde está el Monumento a la Bandera, y la “José María Izazaga”, mejor conocida como “La Ranita”; aunque hay algunos datos interesantes respecto a aquella plazuela.

Por cierto, durante la Revolución Mexicana, entre 1911 y 1917, conforme a testimonios orales como el de Hilario Valencia Bram, aseguraban que ahí fueron ejecutados no pocos rebeldes revolucionarios, al igual que lo hicieron en el famoso Palito Verde, situado al sur del centro de la población, rumbo a San Juan Nuevo. 14

Precisamente, como hecho fidedigno, durante la “Toma de Uruapan”, ocurrida en mayo de 1911, los insurrectos aprovecharon para robar a los comercios más surtidos de mercancía que se localizaban en los portales del centro de la ciudad, «pero, después llegó gente del gobierno, nadie quería haber participado en el saqueo, porque comenzaron a investigar quiénes habían participado en el robo y a los culpables -para ser colgados- les esperaban los fresnos que habían en la Plazuela de la Capilla de La Trinidad o los frondosos fresnos que existían a las puertas del panteón municipal”, nos dice el cronista J. Jesús Alejandre Romero en su obra «Uruapan de Antaño». 15

Por otra parte, la plazuela en referencia, cambio de nombre a principios de 1932, en un hecho aprobado durante una de las sesiones celebradas por el H. Cabildo del Municipio, o sea, “llevando de ahora en adelante el nombre oficial de Plazuela “Bonifacio Moreno”, en recuerdo al reconocido revolucionario de la tierra caliente que defendiera esta plaza”, tal como lo dice la placa situada frente al lugar.

Dicho en otras palabras, en el periodo de gobierno del farmacéutico parechense Rafael Cano Vargas, la antigua Plazuela de “La Trinidad”, por acuerdo municipal se le denominó Plazuela “Bonifacio Moreno”, en honor a uno de los primeros personajes revolucionarios -originario de Parácuaro- que se levantara en armas en contra del gobierno porfirista, (apoyando a Miguel Silva y Salvador Escalante, adheridos a Fco. I. Madero), según versa en una de las actas del H. Cabildo de aquél año.

Ya como “Bonifacio Moreno”, por más de una década la plazuela fue ocupada por el Cuartel del 21 Batallón de Infantería, es decir, por el cuartel del ejército mexicano en su sede local; esto fue aproximadamente de 1933 a 1948.

Como detalle, en aquél tiempo se popularizó entre la gente el “Mesón de las Pulgas”, situado junto a la plazuela Bonifacio Moreno, por la calle Aldama y que por muchos años estuvo en servicio para los arrieros.

Nuestro amigo, Alberto Rojas Corona, un escritor de Uruapan no muy conocido, en su relato anecdotario: «El Campito, recuerdos” (16), rememora que allá por los años 40´s del siglo pasado la plazuela contaba con gruesos y altos fresnos y una capilla en total abandono, por ello era necesario darle mantenimiento.

Por cierto, el Ingeniero Rojas Corona, quien desde hace décadas radica en la Ciudad de México, siempre llamaba “La Trinidad”, al barrio donde nació y no Vergel, y de ello hace una anotación interesante:

“La denominación del barrio me causaba algo de confusión, indudablemente vivíamos en el barrio de “La Trinidad”, así le decíamos; la capilla estaba a una cuadra de la casa, donde ahora se ubica el Jardín de Niños, pero mucha gente me decía -¡Ah, vives en El Vergel!- Yo asentía, porque, para dotar de vivienda a muchos obreros textiles de fábrica “La Providencia”, se abrió un fraccionamiento con el nombre de “El Vergel”, un nombre adecuado a la zona, ya que muchas de la casas tenían jardín al frente o en los patios interiores. Muchas gentes iban a buscar flores a estas casas para llevar a diferentes festejos o conmemoraciones. Recuerdo cómo iban a nuestra casa por el mes de mayo para proveer a las “almengracias: niñas vestidas de blanco, de las flores que ofrecían a la Virgen”, y niños que hacían lo mismo en el mes de junio, a mi mismo me tocó llevarlas al templo viejo (San Francisco); pero por entonces no entendí el por qué de esta devoción, pero no me desagradó del todo”.

Dicho sea de paso, por ese tiempo aunque en forma esporádica, el patio de la Plazuela Bonifacio Moreno también fue aprovechaba como lugar para las modestas compañías de carpas de teatro que hacían temporada en Uruapan y también se ponían titiriteros, hasta húngaros llegaron a quedarse en tal lugar.

Sobre la promoción del teatro ambulante, se confirma, por ejemplo, en la revista social «Eventos» (17) donde nos cuestiona sobre la plazuela:

“- ¿Recuerda Usted el teatro Tayita?

– Estaba ubicado en la Plazuela Bonifacio Moreno, mejor conocida como La Trinidad. Era una carpa itinerante. Operó en los años 50´s. En ese lugar ahora está el jardín de niños Miguel Hidalgo”.

Regresando al tema, años posteriores en el terreno donde estaba la capilla –en ruinas- y la plazuela Moreno, se construyó el jardín de niños “Club de Leones”, ahora “Miguel Hidalgo”. La primera piedra de la obra fue colocada en octubre del 1958:

«A fines de octubre anterior el Club de Leones inició la construcción de un Jardín de Niños, en el sitio conocido con el nombre de Plazuela de La Trinidad –Bonifacio Moreno-, esquina de las calles de Reforma y Aldama de la ciudad de Uruapan. El predio, de propiedad federal, fue cedido para este objeto por la Comisión del Río del Tepalcatepec, a nombre del C. Presidente de la República y en representación de la Secretaría de Bienes Nacionales». 18

Añadir que ya desde septiembre de aquél año, cuando aún era presidente Rafael Ledesma Medina, el Club de Leones de Uruapan, que encabezaba en ese entonces Salvador Gómez Ortiz, recolectó 70 mil pesos, con el afán de apoyar a los programas de obras públicas municipales, y habían acordado construir el plantel educativo, el cual significó ser el primero en su tipo; la cantidad habría de sumarse con otro tanto de la federación y otro del gobierno estatal. Así, para noviembre del 58, aún con gran celeridad se encontraban trabajando en la edificación del llamado kindergarden del Club de Leones.

En tanto, una vez edificada la primera etapa del jardín de niños, el grupo local Sociedad Amigos del Teatro (SAT) que dirigía en maestro Jesús Zaragoza Pulido, solicitando permiso a la directora del Miguel Hidalgo, ocupaban un pequeño salón para presentar sus obras teatrales en el llamado “Teatro de Cámara”, con capacidad para 100 sillas aproximadamente, donde cierta ocasión se presentara el famoso actor mexicano Carlos Ancira, en el monólogo “El Loco” de Nicolás Gogol. 19

Para terminar, con el paso del tiempo, la capilla de “La Trinidad”, y su plazuela; sólo quedaron en la memoria de los uruapenses del ayer, y hoy en su lugar definitivamente se quedó el jardín de niños, el cual ha permitido favorecer a muchos escolapios de nuestro vergel michoacano en su desarrollo formativo.

Por su parte, el Barrio de “El Vergel” representa hoy día un barrio alegre, risueño, respetuoso y organizado que sigue preservando las fiestas patronales sembradas hace varios siglos por Fray Juan de San Miguel, ¡Tata Juanito!, fundador hispano de la antigua villa de San Francisco Uruapan, hoy Uruapan del progreso.

Notas:

1 Miranda Godínez, Francisco. “Uruapan, Monografía Municipal”, Morelia, 1979.

2 “Tiempo del Cupatitzio”, año IV, Número 95, Uruapan, segunda quincena de mayo de 2007.

3 Bis.

4 Bis.

5 “Comentarios”, semanario local, Uruapan, edición 23 de mayo de 1975.

6 Talavera Ibarra, P. Leonardo, “Eduardo Ruiz o el Fausto de la Ciudad del Progreso”, 2ª, edición, UMSNH, Morelia, 2018.

7 González Pérez, Cirilo, “Los Manantiales del Cupatitzio, Uruapan”, UMSNH, Morelia, 2010.

8 Bis.

9 “Tiempo del Cupatitzio”, año IV, Número 100, Uruapan, primera quincena de agosto de 2007.

10 “Libro de Registro de Doctrinas de la Parroquia y sus Barrios de Uruapan, años 1910-1919”. Libreta original. Archivo personal Sergio Ramos Chávez.

11 Entrevista con Hilario Valencia Bram, Uruapan, 7 de enero de 2005. De tal entrevista agregar que este mercado formaba parte de los pequeños “mercados de barrios” que se establecían al aire libre, hace un poco más de cien años, “mercados de unas pocas cuadras que se ponían en diferentes lugares del territorio de la cabecera municipal, pero más que nada de los barrios; por ejemplo, el Mercado de la Calle Real (aún existe), el Mercado de la Calle Ancha (hoy se pone cada lunes, en 5 de Mayo), Mercado de San Francisco viejo y el Mercado de San Miguel, que desapareció y estuvo en la calle de Juan Delgado”, señala.

12 “Tiempo del Cupatitzio”, año IV, número 91, Uruapan, segunda quincena de marzo de 2007.

13 “Vértices”, tomo II, número 2, Uruapan, 11 de noviembre de 2002.

14 Entrevista con Hilario Valencia Bram, Uruapan, 25 de enero de 2005.

15 Alejandre Romero, J. Jesús, «Uruapan de Antaño», Uruapan, 2007.

16 “Tiempo del Cupatitzio”, año III, No. 55, Uruapan, primera quincena de septiembre de 2005.  

17 “Eventos”, número 6, Uruapan, 16 de noviembre de 1969.

18 Boletín del Bimestre Noviembre-Diciembre, de la Comisión del Tepalcatepec, Uruapan, 1958.

19 Entrevista con Alfonso Villanueva Manzo, diciembre de 2019.

Texto, Sergio Ramos Chávez, Cronista de la Ciudad de Uruapan.

Comments

comments

Gobierno de Jair Bolsonaro usa al coronavirus para encubrir devastación del Amazonas

Previous article

Oxigenan la economía local 224 mil créditos solidarios y a la palabra: Alfredo Ramírez

Next article

You may also like

Comments

Comments are closed.