Entrevistas y Colaboradores

Paradojas de la vida, aniversario luctuoso de un compañero y cumpleaños de otro amigo. Hoy los dos ya no están: Claudio Brook y Julián Pastor

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Tuve el enorme placer de trabajar con dos señorones: Claudio Brook y Julián Pastor.
A don Claudio Brook tuve el gusto de vivirlo en el teatro. La obra fue «El Vuelo», historia de la emigración libanesa a México, escenificada en el Teatro Libanés. Obra de mi querido Tony Trabulse y dirigida por el entrañable sabio Hebert Darien.
Don Claudio era un gentleman inglés. Lo recuerdo en su camerino cantando el tema de la comedia musical «El Hombre de la Mancha», así entraba en personaje. Tuve el gusto de compartir con él, el mismo personaje «Feres», yo hacía la parte joven y él la parte del hombre maduro. Un señor de una gran disciplina y respeto por el compañero.
Aún recuerdo su despedida de mí al dar la última función de la obra. Le dije «vengo a despedirme don Claudio», me dijo, «No Raúl, no te despidas, tú y yo nos volveremos a ver en el trabajo, tienes la garra necesaria para hacer una gran carrera». Dios lo bendiga.
Desgraciadamente nunca lo volví a ver. Don Claudio falleció un día como hoy pero de 1995. Inolvidable para mí en su papel de «Gabriel» en la película «El Castillo de la Pureza», de Arturo Ripstein. Ni hablar de sus participaciones con Luis Buñuel. «Simón del Desierto», «El ángel Exterminador» y «La Vía Lactea».
Con el querido Julián Pastor me une el presente recuerdo de filmar a su lado «Familia Gang», en cartelera por los cines del DF y en algunas plazas de la república. Hoy sería su cumpleaños.
Un hombre extraordinario. De gran conversación. Franco. Irónico en la crítica. Frontal. Generoso para conversar de sus películas. Así inicié charla con él en un descanso de la cinta referida. Me declaré un aficionado alucinado por su película dirigida «Estas Ruinas que Ves». Una comedia maravillosa. En adaptación a la novela homónima de Jorge Ibargüengoitia. Julián fue pródigo en el recuerdo, En la anécdota.
En sus ojos parecían verse aún los sets de aquel Guanajuato de universidad, parecían verse las bellezas de Blanca Guerra y Grace Renat, parecían verse la gracia de Orea y Luján, parecían verse a Dumont y Roberto Cobo, y por supuesto se contemplaba el cinismo del personaje hecho por Pedro Armendáriz. Una delicia compartir charla con Julián. Una responsabilidad maravillosa departir el set con él. Aún lo recuerdo pasando línea de textos con él y Jorge Adrián Espíndola. Cómo nos pusimos de acuerdo para tejer interrelaciones. Su gran disciplina y disposición de actor para interpretar las indicaciones de nuestro director Armando Casas.
Con Julián hablé de cine, de la vida, del malogrado Sindicato de actores Independientes, de los jesuitas, de futbol, de España, del milagro de vivir y departir con un gran hombre como él.
La última vez que lo vi fue en La Cineteca Nacional un Septiembre de 2014. Fuimos invitados por el cineasta Juan Antonio de la Riva para hablar en el evento «El Día de la Academia», de la trayectoria fílmica de Alberto Isaac.
Julián recordó su maravillosa participación protagónica en «En Este Pueblo No Hay Ladrones», que dirigiera el maestro de Colima Alberto Isaac. Le di un abrazo cariñoso de despedida a Julián en esa cineteca donde vi sus grandes películas dirigidas. No lo volví a ver. Uno no sabe nunca nada.
Vaya un abrazo a esos admiradísimos Claudio Brook y Julián Pastor. Gracias doy a Dios por haberlos conocido y por haber aprendido vida y experiencia de ellos.

Raúl Adalid Sainz, Ciudad de México-Tenochtitlan.

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