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La sufragista en la historia

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El hilo de oro de la historia es con el que se entreteje la vida de grandes hombres, pero también mujeres; mujeres que se arrojaron a la lucha por la libertad, la igualdad y la justicia. Aquellas heroínas de la historia que lucharon por sus ideales, por un cambio, por una igualdad. Aquellas que no les importo sufrir en carne propia por su atrevimiento y muchas sucumbieron en batalla. A ella se debe tratar con honor y su nombre debe de ir tejido en oro y rodeado de laureles. A esas mujeres, a las grandes sufragistas del mundo debemos la libertad de nuestros derechos civiles y políticos, nuestro derecho al voto. Hablemos hoy un poco de ellas. El derecho al voto de las mujeres fue propuesto con seriedad por primera vez en Estados Unidos en julio de 1848, en la Convención pro Derechos de las Mujeres de Seneca Falls, organizada por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott.

 

Una de las mujeres que asistieron a esa convención fue Charlotte Woodward que en aquella época tenía 19 años. En 1920, cuando las mujeres al fin ganaron el derecho al voto en toda la nación, Charlotte Woodward era la única participante de la convención de 1848 que aún vivía para poder votar, aunque aparentemente estaba demasiado enferma como para realmente ejercer el voto. Para principios del siglo 20, algunas batallas por el sufragio de las mujeres ya se habían ganado estado a estado. Alice Paul y el Partido Nacional de las Mujeres comenzaron a utilizar tácticas más radicales para trabajar a favor de una enmienda federal de sufragio a la Constitución: hicieron piquetes con carteles frente a la Casa Blanca, organizaron grandes marchas y manifestaciones, fueron a la cárcel. Miles de mujeres comunes y corrientes participaron en estas acciones.

 

En 1913, Alice Paul encabezó una marcha de ocho mil participantes el día de la toma de posesión del presidente Woodrow Wilson. Durante la segunda toma de posesión de Wilson en 1917, Alice Paul encabezó una marcha alrededor de la Casa Blanca. Enfrentadas a un movimiento antisufragista bien organizado y bien financiado que argumentaba que la mayoría de las mujeres realmente no querían el voto, y que de todas maneras no estaban calificadas para ejercerlo. Durante la 1ra. Guerra Mundial las mujeres trabajaron en fábricas en apoyo a la guerra, así como asumieron un papel más activo en la guerra que en guerras anteriores. Después de la guerra, hasta la más moderada Asociación Nacional de Sufragio para la Mujer Norteamericana, encabezada por Carrie Chapman Catt, aprovechó muchas oportunidades para recordar al Presidente y al Congreso que el trabajo de guerra de las mujeres debiera ser recompensado con el reconocimiento de su igualdad política. Wilson respondió comenzando a apoyar el sufragio femenino.

 

En un discurso del 18 de septiembre de 1918, dijo: Hemos hecho socias en esta guerra a las mujeres. ¿Debemos admitirlas solo a una asociación de sufrimiento y sacrificio y trabajo, y no a una asociación de derecho? Menos de un año después, la Cámara de Representantes aprobó, por 304 a 90, una propuesta de enmienda a la Constitución. El derecho al voto de los ciudadanos de Estados Unidos no será negado o restringido por Estados Unidos ni por ningún Estado por Razones de Sexo. El Congreso tendrá el poder de hacer respetar las disposiciones de este artículo por medio de la legislación apropiada. El 4 de junio de 1919, el Senado de Estados Unidos también apoyó la enmienda al votar 56 a 25 y posteriormente se envió la enmienda a los estados. Illinois, Wisconsin y Michigan fueron los primeros estados en aprobar la ley; Georgia y Alabama se apresuraron en aprobar su rechazo. Las fuerzas del antisufragio, que incluía tanto a hombres como a mujeres, estaban bien organizadas y la aprobación de la enmienda no fue fácil. Cuando treinta y cinco de los treinta y seis estados necesarios habían ratificado la enmienda, la batalla llegó a Nashville, Tennessee. Las fuerzas anti y prosufragio de toda la nación se dieron cita en la ciudad.

 

Y se programó la votación final para el 18 de agosto de 1920. Un joven legislador de 24 años, Harry Burn, había votado hasta entonces a favor de las fuerzas antisufragistas. Pero su madre lo exhortó a votar a favor de la enmienda y del sufragio. Cuando vio que la votación era muy reñida y que con su voto en contra del sufragio habría un empate 48 a 48, decidió votar como su madre lo había exhortado a favor del derecho de las mujeres al voto. Y así, el 18 de agosto de 1920, Tennessee se convirtió en el estado número 36 en ratificar la enmienda y decidir la batalla.

 

Excepto que las fuerzas antisufragistas usaron maniobras parlamentarias de retraso, tratando de convertir algunos de los votos prosufragio hacia su campo. Pero finalmente su táctica fracasó y el gobernador envió a Washington, D.C. la notificación requerida de la ratificación. Así que el 26 de agosto de 1920, la Décimo Novena Enmienda a la Constitución de Estados Unidos se convirtió en ley y las mujeres pudieron votar en las elecciones del otoño, incluyendo las presidenciales. Pero conozcamos un poco sobre la vida de dos valientes sufragistas: Lucy Burns y Alice Paul “Ángeles de Hierro” Lucy Burns fue una de las sufragistas norteamericanas que más veces estuvo encarcelada y que sufrió duras torturas en sus reclusiones, en las que se sometió a huelgas de hambre y fue un gran apoyo para las demás reclusas. Con gran carisma,

 

Burns fue la fiel compañera de Alice Paul en la lucha por el voto femenino. Ambas se enfrentaron al orden establecido y dedicaron su vida a defender sus ideales feministas, desde que sus vidas se cruzaran en Inglaterra, donde aprendieron de las sufragistas británicas, lideradas por Emmeline Pankhurst. En los Estados Unidos no se rindieron ante nada ni ante nadie y no cejaron en su empeño hasta que alcanzaron su objetivo. Lucy Burns nació el 28 de julio de 1879 en el barrio neoyorquino de Brooklin.

 

La cuarta hija de los ochos hijos de Edward Burns y Ann Early, una pareja de origen irlandés y creencias católicas, Lucy tuvo la suerte de que su padre estuvo siempre a favor de la educación tanto para hombres como para mujeres, por lo que siempre apoyó a su hija, una muchacha que pronto destacó por ser una buena estudiante. Después de pasar por el Packer Collegiate Institute, Lucy estudió en distintas universidades, como la de Columbia, el Vassar College o en Yale. Después de este primer periodo universitario, Lucy trabajó durante dos años como maestra en el Erasmus High School de Brooklyn. Años después, cuando tenía veintisiete años, decidió continuar sus estudios y se marchó a Europa. De 1906 a 1909 estudió en las universidades alemanas de Bonn y Berlín y poco después se trasladó a Inglaterra donde ingresó en la Universidad de Oxford. En aquellos años, Londres vivía con gran intensidad el movimiento sufragista liderado por la carismática Emmeline Pankhurst y sus hijas, en la Women’s Social and Political Union (WSPU). Entusiasmada por la lucha que realizaban, Lucy se implicó en el sufragismo británico y durante dos años, de 1910 a 1912, trabajó en el WSPU. Detenida en varias ocasiones, en una de ellas conocería a otra mujer norteamericana como ella que también se había unido al sufragismo. Fue en una comisaría donde Lucy Burns conoció a Alice Paul, y ambas congeniaron desde el primer momento.

 

De vuelta en los Estados Unidos, Alice y Lucy se unieron a la National American Women Suffrage Association (NAWSA). Lucy ayudó a Alice Paul y a otras sufragistas a organizar la famosa marcha por la Avenida Pensilvania de Washington del 3 de marzo de 1913 ante medio millón de personas. Pero la visión del sufragismo que planteaban Alice y Lucy chocaba de lleno con las posturas más tradicionales de la NAWSA, organización de la que terminaron separándose y creando la Congressional Union,que derivó en la creación del National Woman’s Party (NWP) en 1916 Una de las decisiones tomadas por Alice Paul fue organizar un piquete delante de la Casa Blanca que permanecería allí hasta que el Congreso sancionase la enmienda que permitiera a las mujeres votar. Conocidas como las «centinelas silenciosas», Lucy fue detenida en varias ocasiones como Alice y las demás sufragistas que decidieron unirse a la iniciativa. Las sufragistas detenidas fueron trasladadas a la prisión de Occoquan Workhouse donde Lucy decidió iniciar una huelga de hambre secundada por otras reclusas, como ya hiciera en alguna de sus detenciones en Inglaterra. Lucy quería demostrar con la huelga de hambre que debían ser tratadas como prisioneras políticas y no como delincuentes comunes. Dentro de prisión decidió redactar un documento en el que se sentaran las bases para una defensa de las y los presos políticos.

 

Para conseguirlo fue pasando un papel por los agujeros de las paredes para que las demás reclusas pudieran firmarlo. Cuando las autoridades de prisión la descubrieron la pusieron en aislamiento. Después de ser liberada, Lucy Burns continuó con la lucha sufragista y de nuevo fue detenida y trasladada a Occoquan Workhouse donde viviría momentos difíciles que derivarían en la conocida como «La noche del terror» en la que la brutalidad con la que fueron tratadas las reclusas pondría su vida en peligro. Lucy fue obligada en una ocasión a permanecer largas horas atada con las manos por encima de la cabeza. Las otras reclusas, como gesto de solidaridad, aguantaron en la misma postura el tiempo que Lucy fue castigada. De nuevo en huelga de hambre, fue obligada a comer de manera artificial, con tubos introducidos por la nariz que le producirían dolorosas heridas.

 

El sacrificio de todas aquellas mujeres valientes culminó en la aprobación definitiva de la Decimonovena Enmienda que permitía a las mujeres norteamericanas ejercer su derecho al voto. Algo que me motivo a investigar y publicar sobre las sufragistas, fue una película que recientemente vi y que narra la vida de estas grandes mujeres de la historia “Ángeles de Hierro” no la dejes de ver, se las recomiendo. /Laura Ramos

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